¡Él es! El Dios que transforma
“Hemos oído la soberbia de Moab, que es muy soberbio, arrogante, orgulloso, altivo y altanero de corazón.” Jeremías 48:29 RVR1960
Hace poco días termine el libro profético de Jeremías, y este versículo fue uno de los que mi corazón guardo profundamente. Pero antes de explicarte el por qué, quiero decirte que obviamente el profeta Jeremías no escribió esto para nosotras, sino para Israel y los reinos que se rebelaron en contra de Él, el profeta específicamente se refiere al pueblo de Moab, diciendo que son soberbios, arrogantes, orgullosos, altivos y altaneros de corazón. Sin embargo, si hago la pregunta de estudio ¿cómo lo aplico a mi vida?
¡Veo mi corazón igual que el de Moab!
Es una verdad fuerte y más que esto, dolorosa, ver como mi corazón (y tal vez el tuyo) camina de una u otra manera en la soberbia, arrogancia, orgullo, altivez y altanería. Personalmente, me causo dolor, lo cual me llevó a lamentarme y arrepentirme de las ocasiones (y de las que aún no soy exenta) en que he sido así, tal como el pueblo de Moab.
Gracias a Dios que a través de Cristo somos perdonadas y redimidas del poder del pecado y, que aunque en nuestra naturaleza caída luchamos contra el, podemos salir victoriosas porque el Espíritu Santo que vive dentro de nosotras, nos da convicción de lo que esta pasando en nuestro corazón y de esta manera llevarlo a Sus pies para hallar gracia y alcanzar misericordia. Y no sólo esto, sino que nos va moldeando, nos va transformando día tras día conforme a Él, va cambiando aquel corazón de piedra en uno de carne, va abriendo nuestros oídos a Su voz, nuestros ojos a Su Gloria y nuestro corazón para deleitarnos en Él.
Tú y yo debemos parar de tratar en buscar maneras de transformar (cambiar) nuestros corazones, no habrá ninguna vía, que no sea ir a los brazos de Jesús; Él es tú Creador, quien conoce todo de ti, quien te vio y pensó, Él es tu Redentor y Salvador. Ninguna fuerza humana (incluyendo tu propio esfuerzo) o material puede hacer que cambies. Y aunque Su manera no sea rápida y sencilla, ni mucho menos llena de alegría, ¿sabes qué? vale la pena, porque estarás en las manos del Alfarero, que puede hacer contigo y conmigo que somos simplemente barro, una obra perfecta.
Debo decirte que la transformación de tu corazón en las manos del Señor toma tiempo y esfuerzo de tu parte, y además es muy dolorosa porque vas a tener que perder lo que en algún momento pensaste y soñaste que era bueno para ti. Durante el tiempo y el esfuerzo que realices, tendrás que tomar pasos como CONOCERLE para crecer en Su conocimiento, INTIMAR más con Él a través de la oración, y DEDICARTE con amor y humildad a las buenas obras que ha puesto en tus manos, ¿cómo cuáles? Estoy segura que ahora mismo pasan por tu mente todas aquellas, que en Su amor ha dispuesto para ti.
Mientras dispongas tu corazón y mente a Su Gracia, para que examine y pruebe tus motivaciones y pensamientos, mientras permitas que Él transforme tu corazón, podrás ver que: “Él es el que hizo la tierra con su poder; el que afirmó el mundo con su sabiduría, y extendió los cielos con su inteligencia.” Jeremías 51:15
Y ésta es la única verdad, Él es el Único que puede TRANSFORMAR tu corazón.
¿Qué paso estás dispuesta a dar para permitir que Él lo haga?
Personalmente, he decidido renunciar a lo que pensaba que era un medio que me permitiría llegar a cumplir mi propósito para el cual tu y yo fuimos creadas, sin embargo como ya sabrás, los pensamientos del Señor son más altos que los nuestros y Su voluntad es buena, agradable y perfecta para Sus hijos. ¿A qué renuncio? Te lo contaré más adelante. Pero por ahora, y para finalizar quiero decirte que en cuanto más sientas que el Señor inquieta tu corazón, es cuando más debes ser intencional en buscarlo, no permitas que las distracciones de este mundo ponga un alto a la transformación que el Señor anhela hacer en ti.
Es por Él y para Él,
Silvia Murillo