¡Esfuérzate! Un llamado de Dios
Suena la alarma 6:00 a.m. y digo 15 minutos más, cuando despierto son las 7:00 de la mañana, salto de la cama y me dispongo hacer rápidamente lo necesario para iniciar mi tiempo devocional. Esta ha sido mi realidad los ultimos dos meses, las vacaciones de la escuela de mi hija de cierta manera han sido también mías. Antes de este tiempo, yo despertaba a las 5:15 a.m. Por cierto, mis vacaciones terminan en dos semanas, y realmente me siento agradecida y feliz por esto, pero (siempre hay un pero) tendré que poner esfuerzo de mi parte para volver a mi rutina habitual de la mañana.
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” Josué 1:9 RVR1960
Entiendo que este versículo te sea conocido e incluso puede estar grabado en tu memoria, pero ¿lo está en tu corazón? El mandato de Dios a Josué fue claro: esfuérzate y se valiente, no temas, no desmayes; de igual manera este mandato se mantiene vigente para nosotras. No traeré a consideración el qué hizo Josué para cumplirlo, sino el cómo lo hizo y específicamente en una de las acciones, ESFUÉRZATE.
Bíblicamente esfuerzo significa: el empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades.
Según la RAE (Real Academia Española) esfuerzo es el empleo enérgico de la fuerza física contra algún impulso o resistencia.
¡Si te das cuentas ambas definiciones dicen lo mismo!
Por dos meses, mi cuerpo y mi corazón se ha resistido a despertarse al horario regular (en mi mente estoy modo vacaciones) y esto ha sido una gran dificultad que ha traído consecuencias a mi salud espiritual, y aquí la pregunta clave es: ¿qué he hecho para vencer esta dificultad? O tomemos el mandato de Dios ¿me he esforzado?
El llamado de Dios es muy claro (no sólo lo fue para Josué) para cada una de nosotras: ESFUÉRZATE. Ciertamente desconozco la situación que estás atravesando o el estado de tu corazón, y créeme no quiero que sientas esto como un regaño, todo lo contrario, quiero junto contigo edificarnos en el llamado o la parte que nos toca hacer a nosotras, el esforzarnos para vencer los obstáculos que nos están impidiendo hacer las buenas obras que el Señor ha dispuesto para nosotras y el tiempo en Su presencia (devocional). Muchas veces caemos en la mentira que el enemigo coloca en nuestra mente: no tienes que hacer nada porque Dios lo hace todo por ti. Esto no es cierto. Es verdad que Dios esta con nosotras y nos da el esfuerzo que necesitamos, como lo dice en Su Palabra: “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Isaías 40:29 RVR1960
Por tanto, el esfuerzo es una “acción a realizar”. El Señor concede lo que necesitamos pero en nosotras esta que este esfuerzo tenga su fruto a través de nuestro accionar.
Él da el esfuerzo, PERO, así como Josué lo hizo también nosotras debemos hacerlo, dar el paso de decidir qué hacer. Yo tendré que volver acostarme a dormir entre 9:00 y 9:30 de la noche para levantarme a mi hora regular de la madrugada. No sera fácil, será justamente una lucha para mi corazón, estaré resistiéndome, y ahí en ese momento comenzará el empleo de la fuerza física (esfuerzo), no en mis fuerzas (porque obviamente escogería dormir tarde), sino en el esfuerzo que el Señor me provee.
La respuesta a todo lo que has dejado de hacer o que quisieras hacer es ESFUERZO. Lo que hoy quisiera preguntarte es: ¿estás dando el o los pasos necesarios para esforzarte en lo que el Señor ha entregado en tus manos y ha preparado para ti? ¿Qué estas dispuesta hacer por y para Dios?
Tomar la decisión de esforzarnos, para nuestra mente significa pérdida, sin embargo, esto jamás podrá llenar a nuestro corazón como el gozo de nuestro Señor.
Dios conoce y está atento a cada una de las obras de tu corazón, corre a Su presencia y en oración pídele que te esfuerce para vencer las dificultades que estás atravesando y que te impiden el gozo y obediencia a Él. Conforme sea tu esfuerzo verás el fruto del Espíritu Santo en ti.
Oro para que el gozo del Señor sea tu fuerza. Nehemías 8:10